Finales del siglo XIX. Una sociedad eminentemente rural, de baja productividad y extendido analfabetismo, inspira el discurso de Joaquín Costa, resumido en el lema «Escuela y despensa». Este pensamiento subyace en el desarrollo de la política hidráulica ─«sublimación de la agrícola»─ del siglo XX.
Actualmente el sector primario ocupa al 4% de la población activa (frente a valores superiores al 70% al principio del siglo XX) y supone el 2% del PIB nacional. La remuneración media es notablemente inferior a la del resto de sectores. Análogamente a la «crítica de Lucas» en economía, las soluciones dadas en el pasado a la gestión del agua no son adecuadas en el presente.
No se trata de negar el valor del discurso de Costa, sino de actualizarlo. Echar doble llave a políticas inefectivas basadas en crear lazos de dependencia. Si el problema es distinto, también ha de serlo la solución. La Política del Agua se ha de liberar de intereses mercantiles de grupos minoritarios o conveniencias partidistas y, en consonancia con la Directiva Marco del Agua, enfocarse a una protección efectiva del recurso.
