Solidaridad impuesta

No nos podemos quejar. No, no es que nos vaya bien. Es que … ¡no nos podemos quejar!

Este chiste negro refiere la falta de libertad de expresión bajo un gobierno totalitario. Lamentablemente, puede ser aplicado al río Tajo y sus gentes. Desde la concepción del Trasvase Tajo-Segura, estar desintonizado del discurso oficial supone ser tratado como miserable traidor a España o como insolidario. Con independencia del régimen político y del color del Gobierno, permanece el axioma dogmático de la bondad y rentabilidad del trasvase. No es necesario análisis o estudio técnico/jurídico alguno que soporte esta “verdad”.

La solidaridad impuesta al río Tajo, sin valorar los daños que le causa el trasvase,  no es virtuosa. Es un mal uso del término, que repercute en el estado del río. Máxime cuando el principal beneficiado del trasvase es un lobby de regantes que, a pesar de su poder de convicción sobre el poder político,  no puede ser confundido con el interés general.

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