Uno sale a la calle a pasear.
Inopinadamente un viandante le grita:
«¡Las palomas!
¡Hay que hacer un Pacto de Estado contra las palomas!»
Uno sigue su camino impertérrito.
Al doblar la esquina,
un transeúnte le espeta:
«¡La suciedad!¡Está por todas partes!
¡Hay que hacer un Pacto de Estado contra la suciedad!»
Uno continúa su paseo, molesto.
En medio de un cruce de peatones
una señora con pelos de hidra le interpela:
«¡La antonomasia!
¡Hay que hacer un Pacto de Estado contra la antonomasia!»
Uno llega al parque mosqueado.
Localiza a un prójimo en un banco.
Se acerca disimuladamente
y le sorprende con grandes alharacas:
«¡Los Pactos de Estado!
¡Hay que hacer un Pacto de Estado contra los Pactos de Estado!»
El vejete corre despavorido.
Uno continúa su camino tan campante