El gran acierto del memorándum Tajo-Segura: la guerra de las lechugas

El tan cacareado Memorándum del Trasvase Tajo-Segura, inmortalizado en una foto como la de las Azores, con cinco presidentes autonómicos fingiendo un acuerdo impresentable, ha adquirido vertiginosamente el color sepia de las cosas anacrónicas. Y es que en el acuerdo y en las fotos faltaba un convidado de piedra, como en el don Juan Tenorio.

El acuerdo era conceder el río Tajo enterito, sacándolo de su lecho y haciéndolo discurrir por canales y túneles a través de montes y valles, a los señores del Sindicato de los negocios lechugueros; en cuanto a los ciudadanos y demás fauna de la cuenca del Tajo, ¡qué se jodan!, como diría una inefable diputada. Y todo esto puesto en negro sobre blanco, con la complicidad de ministros come-tacos-de-carne-a-dos-carrillos en el boletín oficial de los que mandan.

Pero faltaba el convidado de piedra: la madre (o madrasta) naturaleza que, mire usted por donde, le da por causar sequías en las regiones de clima mediterráneo. Cosa al parecer rara e inusual para los sabios del Centro de Estudios idiográficos (no es errata, decimos «idio» y no «hidro») al servicio de gurús de grandes cabezas. ¡No se lo esperaban!

Resulta que como diría don Francisco de Quevedo Villegas, «un desconcierto no suele llegar a viejo», pero éste, al parecer, no ha llegado ni a destetarse. A las primeras de cambio, ha puesto en desbandada a los expertos ilusos; ha cabreado a los que contaban con el agua del Tajo para forrarse; ha excitado a los regantes tradicionales del sureste ante el temor y el hecho consumado de que les arrebaten «su» agua sin pago abundante; ha puesto en desconcierto zombi a los políticos; ha aumentado los desahogos periodísticos contra esto y aquello; ha entrado a saco en los acuíferos subterráneos; ha denostado a las desaladoras ante la increíble pretensión de que paguen por el agua lo que cuesta; en fin, ¡se han lucido los del memorándum! Se podría decir que en el día de hoy, cautivo y desarmado el Tajo, ha comenzado la guerra de las lechugas en el Sureste.

¿Sucederá en esta malhadada región que se reproduzca el discurso de las 3 D de la sobrexplotación de recursos naturales: Degradación ambiental, Declive económico, Desintegración social? ¿En qué fase nos encontramos ya?

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