También en lo del agua: “España es el problema; Europa, la solución”. Anti FENACORE

Los que seguimos con cierta asiduidad las entradas de Hidra en el blog www.Acuademia.com nos regocijamos ante la nueva entrada «El peso de la agricultura y la gestión del agua». Porque ya va siendo hora de que, en las cosas del agua, se vayan poniendo los puntos sobre las íes.

La política pública del agua en España ha sido durante el siglo XX una política de regadíos, en la que subyacía la fijación del hombre a la tierra. Así durante el franquismo se construyeron pueblos «de colonización», con el objeto de que los campesinos siguieran apegados a la tierra (y a los caciques, entonces con camisa azul) y «no se metieran en política como en la República».

Pero resulta que España ha cambiado. Ya no es un país con mayoría de analfabetos. Aunque la agricultura solo viene a representar poco más del 2% del PIB, y el regadío del orden de la mitad de la cifra anterior, el campo sigue en manos de los «señoritos». Ahora, los terratenientes caciquiles que mueven las cosas de los riegos se encuentran encuadrados en Fenacore (Federación Nacional de Comunidades de Regantes), con más de 50 vocales, muchos de ellos con estudios, pero ninguno de los cuales ha cogido en su vida una azada ni sabe escardar cebollinos. Eso sí, viven como dios de la PAC y otras subvenciones, exhibiendo coches de gran cilindrada como ricos nuevos. Su presidente acumula «quinquenios» en el cargo, con el mimo y cansino «pío, pío».

Lo que saben es organizar frecuentes viajes a todos los puntos de la tierra con la excusa de ver zonas regables, cuando se hartan de decir que las suyas, las de España, son las mejores; por tanto, ¿qué van a aprender? También organizan congresos y reuniones, con mucha misa de pontifical, grandes banquetes, visitas de turismo y escasas y breves sesiones «técnicas». Y como todas las cosas que huelen mal en este país, sus dirigentes tienden a eternizarse en los cargos directivos, desde los cuales, en los tiempos libres que les dejan las reuniones y el «politiqueo», se dedican a reclamar más privilegios para los suyos, amenazando que, en otro caso, sacarán los tractores a las carreteras, amenaza que acongoja a los gobiernos de turno.
Pero resulta que utilizan el 80% del agua disponible y siguen reclamando que la Administración les siga construyendo presas, trasvases y «toda la pesca», como si España fuera todavía el país de la «oligarquía y el caciquisnmo» de Joaquín Costa. ¿Se habrán enterado de que ahora en Europa ya no habla de nuevos regadíos, sino que el discurso transcurre por la conservación ambiental de los espacios del agua y la calidad de los recursos, así como de la recuperación de los costes? ¿O no les interesa este nuevo discurso, aferrándose a la vieja política? Ortega expuso la frase que da título estos comentarios en una conferencia pronunciada en Bilbao en 1910. ¿Tan poco hemos avanzado en el campo de los intereses agrícolas y en la política del agua desde hace un siglo?

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