«Los regantes cuentan con todas las fuerzas políticas de la Región, que son “leales a la causa”» (Europa Press, 13/1/2017) y «CHS alerta que la cuenca está más agotada y recurrir a un cuarto periodo en el Sinclinal será “difícil”». (Europa Press, 15/1/2017). Dos noticias separadas en las que se muestra la situación de la gestión del agua en el Sureste.
Por una parte, el SCRATS presume que en su Círculo de poder se encuentran las formaciones políticas («Contamos con las fuerzas políticas de la Región, sabemos que son leales a la causa»), situación confirmada orgullosamente por los representantes de los dos primeros partidos contactados (PP y Ciudadanos).
Por otra parte, desde la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) se advierte que de la cuenca no se puede sacar más, confiando la recuperación de la cuenca a que se produzcan aportaciones excepcionales, como las que ocurrieron en 2013. Mientras, a seguir esquilmando la cuenca todo lo que se pueda.
Es decir, más de lo mismo. La prioridad política es contentar al SCRATS. Sin cuestionar el régimen productivo. No importa la situación del agua en la cuenca del Segura ni cómo se encuentra la cuenca del Tajo. Hay que dialogar para llegar a consensos y pactos … bajo la tutela del SCRATS. No se puede cuestionar el «irrenunciable» trasvase Tajo-Segura, lo que equivale a aumentar el deterioro ambiental, social y económico de la cuenca cedente. Es lo que se está haciendo en las últimas décadas, donde el grotesco Memorándum es sólo un episodio más.
En este contexto reaparece el ex-Ministro Jaime Lamo de Espinosa, quien «aboga por un pacto de Estado del agua con trasvases entre cuencas» (Europa Press, 15/1/2017), anunciando un estudio para solucionar el desequilibrio hídrico de la península. ¿Quién será el siguiente?
¿Se planteará en algún momento una política del agua enfocada a los problemas reales del agua? Ese momento no parece cercano, pues lo que se tiene es un consenso político para apoyar al lobby de regantes en un situación hidrológica de sobreexplotación originada por aplicar políticas para favorecer al lobby de regantes. Mientras, los problemas reales del agua se ignoran.
