«¿Qué quieren, que volvamos a plantar cereales; o acaso que se recorten los regadíos?», se pregunta Lucas Jiménez. «La Administración siempre nos animó a modernizar los regadíos, como hemos hecho, y a invertir muchísimo dinero en las explotaciones agrícolas. Ahora no pueden venir diciendo que no hay garantías de agua. Nos quieren abocar a un cambio de modelo productivo, ¿acaso para potenciar el turismo, que es un sector vulnerable a determinados factores? No hay que cambiar el modelo, sino resolver un grave problema de falta de recursos que nadie quiere abordar», concluyó.
(texto extraído de la noticia «¿Quieren que volvamos a plantar cereal?»; La Verdad, 7/6/2017)
A principio de la década de 1950 el deseo de ampliar el regadío de los terratenientes murcianos chocaba con los regadíos existentes y la carencia de agua. Se intentó poner orden en 1953 con el Decreto de 25 de abril y Orden Ministerial de Obras Públicas de la misma fecha, en la que se marcaba un orden de prioridades de los regadíos, quedando en último lugar, en la práctica sin garantía alguna, los potenciales nuevos regadíos. Esta situación soliviantó a los terratenientes, proponiéndose una «fórmula conciliatoria, en la que todos los murcianos se encuentran unidos»: recuperar el trasvase Tajo-Segura, propuesto pero no aprobado en 1933 (véase la entrada «1953. Regadíos del Segura y trasvase»).
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