La edición de EPS nº 2133 (domingo 13/8/2017) incluye el fotoensayo «El infierno de la sequía ya está aquí» (pág. 40 y ss.). El propio título rezuma el sensacionalismo que impregna al artículo. Fotos dramáticas del embalse de Entrepeñas y de varios embalses murcianos, acompañadas de un breve texto en el que se puede leer: «Los embalses de la cabecera del Tajo, que alimentan el trasvase Tajo-Segura, también se encuentran bajo mínimos. Los vecinos de los embalses de Entrepeñas y Buendía, en Guadalajara, reivindican la protección de su bien más preciado. Pero la sequía no es solo un problema nacional». Incluye además referencias a incendios forestales y cambio climático, completando el panorama apocalíptico de desastres naturales. Otra vez la pertinaz sequía, la lucha contra los elementos y la equiparación entre sobrexplotadores y expoliados. Ninguna mención a la mala gestión del agua y al fracaso del trasvase Tajo-Segura. Ahora bien, esta línea sensacionalista que rehúsa entrar en el fondo de la cuestión no es exclusiva de este fotoensayo, sino que es seguida por diversos medios. Quizás sea preferible culpar a fenómenos externos antes que plantear el problema en términos que puedan resultar incómodos a su audiencia.
Las situaciones de sequía generan alto estrés en los ecosistemas, especialmente donde se hace un uso extensivo del agua. En el ámbito agrario, los primeros que los sufren y se encuentran indefensos son los secanos. Pero no se centran aquí las noticias, sino en las afecciones al sureste, quedando la sensación de que los principales perjudicados, para algunos los únicos, son los regantes del trasvase Tajo-Segura. El fotoensayo en cuestión se centra en mostrar fotos de embalses vacíos, sin considerar que su situación, además de estar influenciada por una reducción de las entradas consecuencia de la sequía, está condicionada principalmente por la gestión que se hace del recurso.
El año en el que estamos está siendo muy seco en la cabecera del Tajo. El informe de sequía de la Confederación Hidrográfica del Tajo a 1/8/2017 cuantifica las aportaciones registradas entre agosto de 2016 y julio de 2017 (12 meses) en 329 hm³; como referencia, 361 hm³ fueron las aportaciones en el año hidrológico 2011-2012 (de octubre a septiembre), las más bajas hasta ahora de la serie registrada. Aunque se batan los récords de bajas aportaciones en la cabecera del Tajo, no se puede achacar el lamentable estado de Entrepeñas y Buendía a la sequía. Se ha de tener en cuenta que tienen una capacidad conjunta de 2358 hm³, estando concebidos como embalses hiperanuales. Si se hubiera realizado una gestión racional, se habría iniciado el periodo seco a un nivel alto de llenado y se podrían aguantar perfectamente un año seco o dos.
Pero la gestión es irracional. A 1 de octubre de 2016, inicio del año hidrológico, Entrepeñas y Buendía almacenaban 439 hm³ de agua, por debajo del 19% de su capacidad. Por el momento, se han aprobado y trasvasado en el actual año hidrológico 142,5 hm³, a los que podrían sumarse algunos hm³ si el MAPAMA autoriza la cesión de derechos (un trasvase encubierto) pedida por el SCRATS. Por su parte, la cuenca del Tajo tiene sus usos racionados a 365 hm³/años de los desembalses de referencia fijados en el RD 772/2014, a lo que habría que sumar la evaporación. Lo previsible es que Entrepeñas y Buendía terminen el año hidrológico por debajo del 10% de su capacidad total.
Este año está siendo muy seco. Pero, ¿y los anteriores? En la siguiente figura, copiada de la entrada «Trasvase Tajo-Segura: ¿atroz sequía o atroz gestión?», se aprecia cómo las aportaciones registradas se encontraban dentro de la normalidad, pero aun así se estaba en situación de «excepcionalidad hidrológica»
Como se ha indicado anteriormente, la gestión que se está realizando es irracional. Burlándose la prioridad de la cuenca cedente, hay una definición legal de excedentes impuesta a la cuenca del Tajo, que no tiene en cuenta todos sus usos ni su realidad. Las decisiones de trasvase son acordes a las apetencias de los beneficiarios, pero ajenas a la disponibilidad del recurso. Se deja sistemática y conscientemente al margen la situación de los municipios ribereños de Entrepeñas y Buendía. Hay más de 100 años de registro de aportaciones de entrada en Entrepeñas y Buendía (de diversas fuentes con distintas fiabilidades), apreciándose en la serie que no se trata de un fenómeno estacionario en el tiempo, sino que se pueden determinar distintas tendencias, estando actualmente en una tendencia claramente decreciente (véase la entrada «Tendencia decreciente de las aportaciones de la cabecera del Tajo»). Sin embargo, la explotación del Trasvase, no tiene en cuenta esta realidad y marca unos parámetros de extracción en situación normal (niveles 1 y 2 de las reglas de explotación) por encima del recurso medio, lo que obliga a que se entre con asiduidad en los niveles 3 y 4, que si bien se asocian a situaciones de sequía, lo que reflejan es la situación de los embalses, no las aportaciones recibidas. Estos conceptos se aprecian claramente en la siguiente figura, tomada de la entrada «El Trasvase Tajo-Segura es insostenible» (la línea azul del recurso es una simplificación de la media móvil de 10 años de las aportaciones):
Haciendo un símil financiero, se ha intentado sacar de Entrepeñas y Buendía más de lo que se ingresa. Cuando se han acabado los ahorros, se ha entrado en bancarrota. No es cuestión de que haya habido un último año malo, sino que en todos los años anteriores, en vez de buscar una situación saneada, ahorrando en los años buenos, se han dilapidado las existencias. A la quiebra se ha llegado porque los embalses los han gestionado unos manirrotos, ya sea por falta de criterio y conocimiento, o por exceso de prepotencia y despotismo.
Las fotografías del fotoensayo muestran un grado extremo de aridez y vaciado del embalse de Entrepeñas (que irá a más, al menos en lo que queda de verano). No hay que achacar la mala situación actual de Entrepeñas y Buendía a la pertinaz sequía, sino al hecho de haberse iniciado el año hidrológico con niveles bajos, consecuencia de la mala gestión. El problema es que desde la puesta en marcha del Trasvase, el nivel medio de llenado de Entrepeñas y Buendía apenas es del 30% cuando antes se acercaba al 70%. Si se aplicase una gestión que buscara mantener estos niveles medios, años secos como el actual se podrían afrontar sin dar lugar a imágenes lamentables de embalses vacíos. A su vez, el «Mar ce Castilla» recuperaría su encanto, y permitiría el desarrollo socioeconómico de los municipios ribereños de los embalses.
Pesa más el capricho del lobby de regantes del Trasvase. A pesar de estudios realizados ─por ejemplo, en el borrador del Plan del Tajo de 2011─, se continúa una gestión basada en el engaño, que está condenada al fracaso recurrente, con múltiples daños colaterales. Pero esto no es noticia. En su lugar se prefieren hacer reportajes sensibleros y superficiales, en los que se mezclan churras con merinas ─en este caso la situación de Murcia con la de Entrepeñas─, responsabilizando de la situación a la pertinaz sequía, para mayor regocijo de los responsables de la gestión que ven cómo su inutilidad pasa inadvertida. Y así ciclo tras ciclo de sequía.