Con el zorro cuidando a las gallinas no podemos aspirar a un gallinero boyante. Con las competencias del agua incluidas en el Ministerio de Agricultura y otros, no podemos aspirar a que la prioridad sea la protección del recurso. Los hechos, tras casi 10 años de «integración», muestran una degradación de la gestión del agua, que sería preocupante si el agua preocupara. Pero la Administración sólo ha mostrado interés en contentar a los lobbies, traicionando sin miramientos los principios de la gestión del agua e intentando ─y consiguiendo─ por todos los medios alejarla del debate público.
En un marco de desarrollo sostenible tendríamos que evitar el deterioro de nuestros ríos y buscar su recuperación, para lo que se requiere disminuir el impacto de las presiones. La legislación europea, con sus directivas relacionadas con el agua y el medio ambiente marcan esa línea. Se están aplicando estas directivas, pero de manera peculiar. No se hace por convencimiento, sino por «cumplir con Europa». Con retrasos, informes negativos, incumplimientos, amenazas de multas, etc. Se va salvando la situación gracias a que las instancias europeas no quieren hacer sangre; eso sí, a cambio de cesiones diversas y fuertes rapapolvos (p. ej. el Informe de Misión y recomendaciones a raíz de la visita de inspección realizada en España, del 8 al 10 de febrero de 2016). No es solucionar los problemas, sino enquistarlos y agravarlos, además de generar otros nuevos. Así, se hace teatro con un aparente cumplimiento formal de las directivas, mientras que bajo cuerda o bien se retrasan las soluciones o directamente se aplican políticas contrarias.
En contra del progreso de la tecnología, la información sobre la gestión del agua se encuentra estancada en el mejor de los casos. En otros, directamente desaparecida. No hay información de lo que se ha reportado a Europa de los planes aprobados, se han abandonado servicios como el SIA ─Sistema de Información del Agua─ o el observatorio de la sequía, se ha degradado la accesibilidad de la información (p.ej., el boletín hidrológico semanal, que ha pasado de una accesibilidad directa a los datos vía web a una distribución de documentos en pdf dentro de un fichero comprimido), etc. La declinación de la partición pública ha alcanzado niveles grotescos. El fin de la política de información del MAPAMA es la máxima opacidad, que no moleste la ciudadanía en sus trapicheos.
Esta traición al agua es un proceso de varios años, de varias legislaturas. Aunque ha alcanzado sus máximas cotas con el actual equipo del MAPAMA, encabezado por el tridente Ministra-Directora General del Agua-Subdirector de Planificación. El Memorándum del trasvase Tajo-Segura y su posterior aplicación es paradigma de vileza, que la realidad ha mostrado tan inútil como malvado. No obstante, es el punto de partida para una versión 2.0, el Pacto Nacional del Agua. Mientras se forja entre tinieblas la forma de proponer más trasvases y subvenciones, se retrasa la aplicación de las medidas de los planes hidrológicos, condicionándose su financiación a la sumisión de los agentes. Cinismo y despotismo en su máxima expresión.
La penosa situación en este inicio de sequía es consecuencia de las felonías recibidas por el agua. No es el MAPAMA el responsable de la sequía, pero sí de la política aplicada. Defiende la existencia de «sequías recurrentes» mientras hace decretos y decretos-ley para complementar/parchear una (supuesta) planificación hidrológica recientemente aprobada. En estos decretos, las medidas han consistido en aumentar la sobreexplotación del recurso y dar subvenciones adicionales a los que lo causan; al no mejorar la coyuntura climatológica, la situación empeora. El tratamiento dado a la desalación evidencia la irresponsabilidad de los gestores.
No puede alegar el MAPAMA falta de información, pues la situación actual era previsible. Y estaba prevista. Simplemente no quiso ─ni quiere─ considerar los estudios que molestaban a los lobbies a los que sirve, escondiendo estos trabajos; silenciando y apartando a quienes los plantearon. La protección del agua es la menor de sus preocupaciones.