Del discurso desenfocado de la búsqueda de alternativas al trasvase Tajo-Segura
Días atrás, se ha publicado la respuesta sobre el estado del río Tajo del comisario de Medioambiente de la Unión Europea al secretario de Organización del PSOE de Castilla-La Mancha y eurodiputado, Sergio Gutiérrez («El comisario de Medioambiente responde a Sergio Gutiérrez»; La Comarca de Puertollano, 27/12/2017). A nuestro entender, es una carta diplomática que no dice gran cosa, que puede interpretarse según el gusto del lector. Sin embargo, queremos destacar el párrafo: «Por lo que se refiere a opciones técnicas alternativas, la Comisión ha apoyado otras iniciativas que destacan por presentar probablemente menor coste e impacto ambiental que los trasvases, como es el caso de la reutilización de aguas residuales. Para ello, nuestros servicios están trabajando en una propuesta legislativa para establecer normas mínimas de calidad a escala de la UE». Habla de alternativas a los trasvases, en un contexto de la carta que se refiere al trasvase Tajo-Segura, que es del agrado del receptor de la misiva («PSOE [de Castilla-La Mancha] asegura que la Comisión Europea pide alternativas al trasvase y poder conocer la situación en el Tajo»; Europa Press, 27/12/2017). De nuevo, desde Castilla-la Mancha se insiste en buscar alternativas al trasvase Tajo-Segura. ¿Por qué? ¿Para qué?
Hay una especie de síndrome de Estocolmo, un vínculo afectivo de los expoliados por el Trasvase hacia sus beneficiarios. Si el trasvase Tajo-Segura no aporta beneficios a Castilla-La Mancha y sí graves perjuicios, lo lógico es defender el cierre incondicional de la infraestructura o, como mal menor y haciendo valer los derechos de la cuenca cedente, una gestión del Trasvase que no la perjudique (mantenimiento de altos niveles en Entrepeñas y Buendía de manera regular, un régimen de caudales ecológicos reales en el río Tajo atendiendo a los usos sostenibles, no ver limitadas sus capacidades de desarrollo, etc.). Con independencia de que existan o no alternativas al Trasvase y de la voluntad que haya para aplicarlas.
El trasvase Tajo-Segura no es imprescindible, ni tampoco «un mal necesario». El abastecimiento del Segura se encuentra garantizado por otros medios, como se está pudiendo comprobar en estos meses; si hay alguna amenaza para cumplir con las garantías del abastecimiento es por el regadío de la cuenca, no por el posible cierre del trasvase Tajo-Segura. El regadío no es más ni menos que una actividad económica, que ha de estar sujeta a los criterios de las sostenibilidad. Sin embargo, cuando desde Castilla-La Mancha se proponen y defienden alternativas al Trasvase, de facto se está asumiendo que se ha de condicionar el cese de los daños producidos por el Trasvase a que estas alternativas estén operativas.
Al entrar en este juego, lo que consigue Castilla-La Mancha es reforzar el Trasvase. Por ejemplo, la propuesta realizada por el comisario de Medioambiente de la UE lo más seguro que signifique una reducción del agua disponible para el regadío para el Segura. En el Segura ya se hace un alto uso de las aguas depuradas, y la nueva legislación planteada desde la UE lo que puede suponer es que se declare parte de esta agua no apta para el riego. Es decir, no se trata de una alternativa, porque ya se están usando en su casi totalidad, pero sí puede suponer una merma del volumen disponible.
Es cuestión de tener los conceptos claros y saber cuales son las prioridades. Si lo que se pretende es no afrontar las responsabilidades para intentar no meterse en problemas, está justificada la línea seguida por el MAPAMA, basada en el seguidismo del lobby de regantes y la desactivación de la Directiva Marco del Agua, ignorando y despreciando la situación de Castilla. Si para Castilla-La Mancha esta situación de victimismo crónico es la deseable, va por buen camino al condicionar los cambios en el Trasvase a la materialización de alternativas y mantener un discurso reivindicativo a base de tópicos y lleno de lagunas técnicas. Pero si lo que se pretende es hacer una política justa, tanto desde el MAPAMA como desde los gobiernos regionales, hay que partir de un análisis objetivo de los daños que está causando el trasvase Tajo-Segura y aplicar los cambios de gestión necesarios para evitarlos, aunque éstos supongan una reducción drástica (o incluso total) de los volúmenes trasvasados. Puesto que sólo se pueden trasvasar excedentes, el volumen a trasvasar sólo depende de las circunstancias del Tajo, por lo que el mismo no puede estar condicionado a los deseos de los receptores del agua trasvasadas ni a las posibles alternativas que tengan estos usuarios. Esta alternativas se podrían plantear en el marco de la planificación hidrológica del Segura y de la planificación agraria del Sureste, sin condicionar ni cercenar los derechos de Castilla-La Mancha ni de la cuenca del Tajo.