Recientemente se han publicado en Acuademia.com tres interesantes entradas sobre la gestión del agua en Madrid: «Después del saqueo del Canal de Isabel II (caso Lezo), ¿qué rumbo tomar?» (Santiago Ramos, 5/1/2018), «Sobre los saqueos “por” las instituciones. A propósito del Canal de Isabel II» (El Mengue, 11/1/2018) y «Aproximación a la metafísica de la corrupción» (Gregorio Villegas, 12/1/2018). En la segunda, se pone de manifiesto la existencia de un beneficio de 230 millones de euros en el año 2016, de los que 150 millones se repartieron como dividendos entre los accionistas del Canal de Isabel II (Comunidad de Madrid y ayuntamientos), definido muy acertadamente por El Mengue como «un saqueo del bolsillo de los madrileños por las instituciones». Esta situación contrasta con lo establecido en la planificación hidrológica del Tajo, en la que se definen varias masas de agua de la Comunidad de Madrid con «Objetivos Menos Rigurosos». Para más escarnio, la inversión realizada por el Canal de Isabel II en 2016 en depuradoras ha sido escasa (24 millones de euros), especialmente comparada con los dividendos repartidos (150 millones de euros).