La noticia «El ‘mix’ trasvase-desalación marca un punto de inflexión entre los regantes» (La Verdad, 23/2/2018), que figura en la portada de la edición impresa bajo el epígrafe «Cambio de ciclo para los regantes (Que asumen las dos nuevas desaladoras, pero sin relegar el Trasvase)», muestra una maniobra del SCRATS para controlar las aguas subterráneas y la desalación, a lo que se añade el agua proveniente del trasvase Tajo-Segura. Pretende ser el adjudicatario de toda concesión posible, para luego repartir el agua entre sus afiliados. A su vez, La Verdad acompaña la noticia con otra, «Águilas: ofrecen 10 hm³ pero piden 70», que empieza con «Pasan los meses y la Confederación Hidrográfica del Segura aún no ha resuelto el procedimiento público para adjudicar 10 hectómetros de agua de la desaladora de Águilas (…)», termina con «”se trata de un trabajo complejo”, apuntó la Confederación Hidrográfica» y entre medias se argumenta que «los regantes hacen otra interpretación y lo atribuyen a la “lentitud e incapacidad” de la CHS para afrontar un trámite que tenía que estar resuelto hace tiempo». Se nos presenta a la Confederación Hidrográfica como una Administración lenta e ineficiente en la asignación del recurso, mientras que el SCRATS es capaz de repartirlo ágilmente entre los usuarios reales. Es decir, el discurso de las ventajas de la privatización.
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