En el Heraldo del Henares aparece la entrada firmada por Roberto Mangas: «Page miente cuando dice que la “idea” de la obra del trasvase fue “franquista”. Falso, la idea fue republicana y socialista», título expresivo para un escrito, pues contiene en sí mismo toda una declaración de posición. De ahí que pretendamos una respuesta sosegada.
Aclaremos, ante todo, las ideas y los datos. Manuel Lorenzo Pardo, ingeniero de caminos, durante el periodo republicano perteneció al Partido Radical de Lerroux. Fue el director del Plan Nacional de Obras Hidráulicas de 1932, en el que se contiene, efectivamente, el trasvase del Tajo y del Guadiana a Alicante y otras provincias del Sureste de España. El Plan fue presentado en el Cine Monumental de Alicante en 1933 por medio de un discurso leído (por falta de voz de Lorenzo) por Indalecio Prieto, a la sazón ministro de Obras Públicas.
Pero el Plan no fue aprobado por el Congreso de los diputados. Cuando se iba a presentar en dicha cámara, cayó el gobierno republicano-socialista en las elecciones de noviembre de 1933. El nuevo ministro de obras públicas, Rafael Guerra del Río, canario, prohombre del partido radical, proclamó que no cambiaría una coma del Plan; sin embargo no llegó a aprobarse formalmente.
Más importante que sus vicisitudes es el propósito del Plan de 1933. Representó un cambio de rumbo respecto al «Plan de canales y pantanos alimentadores» (Plan Gasset) de 1902. El Plan Gasset tenía por objetivo la producción de alimentos mediante el riego en las cuencas atlánticas (Duero, Tajo, Guadiana y Guadalquivir) y la del Ebro, para combatir las hambrunas existentes. Entonces trabajaba en el campo más de la mitad de la mano de obra. El Plan Gasset se enfocaba hacia las cuencas de los grandes ríos peninsulares; es decir, donde había agua.
Por el contrario, el Plan de 1933 cambió el territorio de actuaciones y se dirigió hacia las cuencas mediterráneas, concretamente a las provincias de Alicante principalmente y, en menor medida, a las de Murcia, Almería y Albacete. Su objetivo, diferente del Plan Gasset, era la producción hortofrutícola en la zona mediterránea para la exportación con el fin de obtener divisas. Eran necesarias para comprar bienes de equipo con los que llevar a cabo el desarrollo industrial del país. Podríamos decir que daba dos pasos adelante, alargando el brazo más allá de la mano, pues pretendía utilizar los riegos con vistas al desarrollo industrial, saltándose la etapa agraria. Demasiado avanzado para la época. El Plan implicaba llevar agua de las cuencas atlánticas a las mediterráneas (trasvases), pues éstas solo tenían caudales escasos y aprovechados.
Nada de lo planeado se llevó a cabo por la interrupción de la Guerra Civil. Después de ésta, el nuevo ministro de obras públicas, Peña Boeuf, abandonó los sueños trasvasistas y se centró racionalmente en la producción de alimentos por medio del riego, primera fase de la acumulación de capital para un desarrollo industrial posterior. Con esta política se desarrollaron los pantanos, las zonas regables, y la transformación de la agricultura. Es decir, se volvieron a cambiar los objetivos de la política hidráulica. Por ejemplo, los embalses de Entrepeñas y Buendía no se construyeron para trasvases, como se puede ver en las memorias de sus proyectos. Se construyeron para la producción de energía hidroeléctrica (de la que tan necesitado estaba entonces el país), los riegos y la protección frente a las avenidas (zonas de Aranjuez y Toledo). Todo ello en la mentalidad de un Estado autárquico.
Fue en el II Plan de Desarrollo Económico y Social (1967) cuando por la tecnocracia se volvieron a resucitar las ideas del trasvase. Pero ahora habían vuelto a cambiar los objetivos; ahora se habían construido un gran número de embalses, desarrollados los riegos, abastecida la demanda alimentaria, industrializado el país, con una contribución menor de la energía hidroeléctrica al total energético. En esta situación, los trasvases hacia el Sureste tenían como único objetivo y justificación una razón productivista: se obtenía mayor valor económico con la agricultura mediterránea que con las producciones en las cuencas atlánticas. En los años que fue formulada esta política se trataba ya de una política arcaica y de bajos vuelos, pues solo satisfacía los intereses se unos grupos de presión locales, de terratenientes y exportadores, por medio de la captura de rentas públicas, a los que se les proporcionaba agua muy barata subvencionada en sus dos terceras partes por el Estado.
Finalmente el último cambio de objetivos de la política del agua viene dado por la Directiva Marco del Agua europea, de obligada trasposición a la legislación española, que proclama principios tales como «la protección del medio ambiente en su conjunto» y «el uso racional y prudente de los recursos naturales», en contra del afán de utilizar los recursos hídricos exhaustivamente en riegos con deterioro del medio ambiente. Dentro de esa nueva (ya no tan nueva) política, no caben los grandes trasvases con destino a riegos, con el del Tajo-Segura, que tiene como secuelas la degradación de la cuenca cedente del Tajo (tramo Bolarque-Aranjuez) y, también de la cuenca receptora (Mar Menor), por la especulación desatada en torno al aprovechamiento privado del agua. En otras palabras, un nuevo cambio de objetivos respecto a la política del agua. En este último cambio están mejor situados los que reclaman el fin del trasvase, máxime cuando sus caudales pueden ser sustituidos por aguas desalinizadas ─aunque con esto no se reduciría la burbuja hidro-económica creada que, como toda burbuja, tendrá que explosionar algún día.
Conclusión: a la vista de los expuesto, ¿qué interés tiene dilucidar quién dijo qué en los determinados momentos del devenir de las ideas, de las actuaciones y de las situaciones de la política del agua? ¿Qué se pretende defender con ello? Lo importante es tener las ideas que corresponden a nuestro tiempo y llevarlas a efecto dentro del marco de la sostenibilidad.
Por último, frente a las ideas y reflexiones que hemos intentado exponer, ¿a qué razón invoca el señor Roberto Mangas para utilizar en su escrito expresiones arrebatadas y pendencieras?
Tan importante como la historia del Trasvase por los años 30 es el impulso definitivo en los 50 por varias personas notables en Cartagena .
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El fallecido Presidente del SCRATS hasta 2016 José Manuel Claver era hijo de uno de los fundadores de la comunidad de regantes del Campo de Cartagena. Su padre, que también perteneció al cuerpo jurídico de la Armada, como él, formó parte de una comisión municipal del ayuntamiento de Cartagena que en 1952 se dirigió al ministro de Obras Públicas para pedirle que llevase agua a la comarca. El grupo estaba encabezado por el entonces alcalde de Cartagena, Federico Trillo, padre del actual embajador de España en Londres, y Joaquín Navarro Corominas, padre del cartagenero que fue portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls.
http://www.laopiniondemurcia.es/comunidad/2016/09/18/regante-tierra/768064.html
El apoyo ministerial de Joaquín Garrigues Walker , fallecido en 1980, supuso el impulso definitivo.
https://elpais.com/diario/1977/12/08/espana/250383621_850215.html
En aquella época no se estudiaban estos temas cómo hoy sí se debería realizar.Al menos nunca queda constancia escrita del valor económico , social , territorial que una inversión en infraestructuras de ese nivel implica .Reconociendo esto hay que reconocer tmb que han pasado muchos años y los aspectos sociales , medioambientales , el cambio climático , los modelos productivos …constituyen nuevas variables. Con todas estas nuevas variables es cómo se debe analizar hoy este asunto . La historia es historia.Ni políticos ni técnicos deben recurrir a ella. Aunque los lobbies existieron y existen.A partir de ahí análisis riguroso pero con perspectiva a largo aunque el tiempo corre y siempre nos supera.
Gracias por el comentario.
Comentarios de Hidra en la entrada Más sobre la «idea» del trasvase Tajo-Segura
El problema de estos blogs es que trabajamos con cierto o total anonimato. Desconozco si alguno de vosotros , permitidme el tuteo, ha vivido en Murcia. Hay más considerandos que los que marcan la citas de la hemeroteca que no se pueden trasladar aquí. En cualquier caso aquello fue historia. Lo importante es cómo actuar hoy. Aquí falta lo que en California se debate estos años y días sobre el trasvase desde el extremo sureste en el Delta Sacramento-San Joaquin .Hay muchos entes implicados, hablamos de entre 11 y 17 bn de dólares de inversión según la solución…o cero, no se hace nada. Pero los informes técnicos abundan , el debate público también entre municipios , regantes , hidroeléctricos , medioambientalistas….y todos con informes pagados de sus bolsillos.
Eso es lo que nos hace falta. De lo contrario abusamos todos de la emoción e intuición. En general dentro de vuestra línea editorial creo tenéis razón en que el debate de lo que se entiende por desarrollo productivo en este caso falta pero también a nivel de modelo nacional. Esos estudios cuestan dinero y demandan consenso en el sentido de querer llegar a planteamientos presupuestarios y financieros a medio largo plazo. Mientras opinamos que no está mal. Algunos hasta se desahogan.
Puede ser atractivo afrontar en los foros adecuados el debate “californiano” sobre el agua. En California se pasó de la etapa “productivista” de los años 40 del pasado siglo (grandes trasvases para la agricultura desde el norte hacia el valle del Sacramento) a la preservación del Delta. Racionalidad que viene manteniendo el Califiornia Water Plan en sus actualizaciones sucesivas, y se podría extender a las tierras cartageneras. Hamlet preguntaría: ¿qué es más elevado para el Cantón, regar hasta las terrazas (Scrats dixit), o por el contrario, movilizar la racionalidad (económica, social y ambiental) e intentar “salvar” La Manga y el Mar Menor, como mayor fuente de riqueza y trabajo?