De como un borrador de pacto tiene más valor que los planes hidrológicos
El MAPAMA anuncia, por medio de nota de prensa, que «Se inician los trámites para la redacción del estudio de conexión de las desaladoras de Torrevieja, Valdelentisco y Águilas con el fin de incrementar la garantía de riego en la cuenca del Segura». La nota de prensa tiene una redacción tan caótica como las actuaciones de interconexión de desaladoras realizadas en los últimos tres años al amparo de los decretos de sequía. Pero da una idea clara de la improvisación y falta de planificación con la que se plantean estas obras. Actuaciones que se realizan urgentemente para beneficiar a unos regantes, con procedimientos administrativos y ambientales abreviados amparados en la sequía.
Buscando en la nota de prensa no hay ninguna referencia a la planificación hidrológica. El último plan hidrológico del Segura, que se aprobó hace más de dos años en situación de sequía decretada, no contempla esta actuación ─ni otras de urgencia que se están realizando─. Recordemos que la premisa que desatascó el plan del Segura era que las desaladoras no valen para el regadío, que eran unas obras faraónicas. Incluso se planteó achatarrarlas.
¿Plantear una revisión urgente del plan del Segura, al amparo del artículo 89.1 del Real Decreto 907/2007, ante las desviaciones detectadas entre el escenario previsto y el real? Nada de eso, aunque el escenario real es una «sequía» iniciada cuando la cabecera del Tajo entró en nivel 3 de las reglas de explotación, situación que va a ser la más habitual con la gestión del trasvase Tajo-Segura (por ejemplo, véase «Francisco Cabezas y sus incongruencias con el trasvase Tajo-Segura»). La finalidad de este plan no era mejorar la gestión del Segura, ni adaptarla a la Directiva Marco del Agua, sino cumplir formalmente con un requerimiento de la Unión Europea y cerrar un procedimiento sancionador. Que el estado de ríos y acuíferos sea deplorable es una minucia comparada con el bienestar del lobby.
Pero carecer en la práctica de planificación no es problema para el MAPAMA, pues presume con orgullo que esta actuación «se enmarca en los trabajos del Pacto Nacional por el Agua» (sic). ¿Para qué necesitamos la planificación hidrológica, teniendo un pacto de la ministra con ella misma? Tener que justificar la necesidad de las actuaciones, su rentabilidad o una evaluación ambiental completa es un engorro. Bastante tuvimos con redactar y aprobar los complejos planes hidrológicos de miles de páginas, que ha habido que contener y censurar convenientemente para no molestar a los que no deben ser molestados, como para pretender que sirvan para algo.
Sobreexplotar los recursos y aprobar decretos de sequía a la mínima ocasión hacen los procedimientos más cómodos. Tampoco entremos ahora en cuestiones de viabilidad o sostenibilidad de las actuaciones, menudencias comparadas con el rédito propagandístico para el preboste de turno. La finalidad no es solucionar los problemas del agua, sino mejorar los índices de popularidad de los mandamases. La gestión actual del agua se puede asimilar a un pirómano ─sequiómano─, que después de provocar el fuego ─sequía─ acude con un lanzallamas ─ausencia de planificación─ a apagarlo … sonriendo en todo momento ante las cámaras.