La Foundation for Environmental Education viene distinguiendo desde 1987 a playas, puertos, marinas e incluso barcos con las «banderas azules». Este galardón, de reconocido prestigio mundial, es especialmente buscado y valorado por el turismo en España, país con mayor número de banderas azules. Para conceder la distinción, el jurado valora que se deben cumplir y mantener una serie de estrictos criterios ambientales, educativos, de seguridad y de acceso. La prensa de los últimos días se hace eco de las otorgadas para este año, destacándose la ausencia de banderas en el Mar Menor y la concesión de una bandera azul en Madrid, en la playa «Virgen de la Nueva» (San Martín de Valdeiglesias) en el embalse de San Juan.
El ayuntamiento de San Martín de Valdeiglesias ha seguido el ejemplo de Orellana la Vieja (Badajoz), que este año ha recibido su novena bandera azul por la «Playa Costa Dulce», en el embalse de Orellana (808 hm³ de capacidad, similar a Entrepeñas). Con unas condiciones ambientales adecuadas, han adoptado las medidas necesarias para cumplir con los estrictos condicionantes del galardón. Una vez obtenida la bandera, supone una garantía de calidad a los usuarios y turistas.
Estos ejemplos podrían incentivar a los municipios de Entrepeñas y Buendía a buscar sus banderas azules. Sin embargo, se tropiezan con el inconveniente de que una playa se caracteriza por la existencia de agua y la gestión realizada del trasvase Tajo-Segura condena a los embalses de la cabecera del Tajo a un estado de permanente melancolía. A continuación se muestra la evolución de niveles de los embalses de Orellana, San Juan y Entrepeñas, en las que se aprecia claramente las diferencias entre los embalses:
En el embalse de Orellana, el nivel medio de llenado es del 66%, siendo excepcional que baje del 40%, especialmente en los últimos años. Esto lo hace atractivo para el turismo y los deportes acuáticos, repercutiendo favorablemente en la economía de sus ribereños. El embalse de San Juan es más pequeño, de 138 hm³ de capacidad, pero su llenado también es alto. Su cercanía a Madrid lo ha convertido en un hervidero de actividades asociadas a la navegación. Situación similar a la que tenía el embalse de Entrepeñas antes de la puesta en marcha del trasvase Tajo-Segura pero que, como consecuencia de su gestión, ha visto como se sucedían el cierre de negocios y la huida de embarcaciones.
El estudio «Impactos socioeconómicos del trasvase Tajo-Segura en los municipios ribereños de los embalses de cabecera de Entrepeñas y Buendía» (Enrique San Martín, Beatriz Larraz y Nuria Hernández-Mora), del que nos hacíamos eco en la entrada «Estudio de impactos socioeconómicos del trasvase Tajo-Segura», realiza una interesante comparación entre el diferente desarrollo de las economías de los municipios ribereños de los embalses de San Juan y Entrepeñas y Buendía, y de como el trasvase Tajo-Segura actúa como factor limitante para el desarrollo. En este sentido, las banderas azules de los embalses de Orellana y San Juan dejan en evidencian la falta de desarrollo turístico en Entrepeñas, de capacidad similar al embalse de Orellana y una distancia a Madrid del orden de la que tiene el embalse de San Juan. Un gran potencial que se está echando a perder, con graves daños a sus municipios ribereños, por una gestión desastrosa del Trasvase, en la que se confunde la «política de Estado» con el uso de los recursos del Estado para favorecer a un lobby y que saque ganancia, aun a costa de condenar y damnificar a una región y destrozar el medio ambiente por todos los lados.
Otro sitio donde faltan banderas azules es en el Mar Menor, en este caso por el deterioro de sus aguas. Una sopa verde causada principalmente por el nitrato y fósforo vertido por la agricultura del Campo de Cartagena durante años. Estos nutrientes se han ido almacenando en su acuífero, con concentraciones escandalosas, que han ido llegando al Mar Menor bien directamente a través de descargas subterráneas o bien en concentraciones mayores en los retornos de las innumerables desalobradoras. Detrás, el trasvase Tajo-Segura fue lo que propició el desarrollo del regadío intensivo en el Campo de Cartagena, de forma que indirectamente es también causante del deterioro del Mar Menor, que se refleja, entre otras cosas, en la falta de banderas azules en una zona muy dependiente del turismo.
Entre unas cosas y otras, tanto en Castilla como en Murcia, el impacto negativo del trasvase Tajo-Segura sobre el turismo es demoledor. Pero no preocupa. Por ejemplo, en su visita para honrar al SCRATS, «La ministra Tejerina, por tres veces, dice que “el trasvase del Tajo no se toca”» (SER, 10/5/2018). Quien quiera entender que entienda. Favorecer al lobby se antepone al interés general. Y los ciudadanos afectados, a aguantarse … o emigrar.