La ministra, el trasvase y el parto de los montes
«Con varios ademanes horrorosos
los montes de parir dieron señales;
consintieron los hombres temerosos
ver nacer los abortos más fatales.
Después que con bramidos espantosos
infundieron pavor a los mortales.
Estos montes, que al mundo estremecieron,
un ratoncillo fue lo que parieron.
Hay autores que en voces misteriosas,
estilo fanfarrón y campanudo,
nos anuncian ideas portentosas.
Pero suele a menudo
ser el gran parto de su pensamiento,
después de tanto ruido, sólo viento»(«El parto de los montes», fábula de Esopo)
Para la ministra del tránsito ecológico, el agua es un añadido que han colado en su cartera. Los discursos sobre el cambio climático y los gases de efecto invernadero le quedan redondos, con el añadido de ser un tema que a todos ha de preocuparnos. Pero con el agua, ¡ay! Hay muchos intereses creados, que están por encima de ideologías y programas de Gobierno.
Pensó en su aterrizaje que al agua se la podía apañar con frases bonitas y tirando del manual del partido, dedicando la mínima atención. Así, creyendo que estaba en la situación de hace 15 años, adoptó el discurso simplista de trasvases malos, desaladoras buenas. Sin preocuparse por el metisaca de su jefe unos meses antes, que criticó los trasvases en Albacete y a los pocos días tuvo que ir a Murcia a ponerse en primer tiempo de saludo ante el SCRATS y afirmar por activa y por pasiva que es el primer defensor del trasvase Tajo-Segura; desde entonces no ha vuelto a meterse en los charcos del agua.
Tampoco parece haber prestado la ministra atención a los acontecimientos del agua de los últimos años, al frenazo de la aplicación de la Directiva Marco del Agua ante la presión de los regantes, reflejada en los planes hidrológicos aprobados. Y en especial a lo ocurrido con el Tajo, con la censura a su planificación, intervención de la cuenca e imposición de una legislación basada en un Memorándum, realizada al capricho del SCRATS.
En ese mundo de ensueño que se montó en su cabeza, empezó cuestionando los trasvases de manera genérica, por supuesto sin referirse en ningún momento al Tajo-Segura. Pero para el murcianismo radical, sólamente dudar de la fe trasvasista es herejía. Da igual lo que diga o haga a partir de ese momento, ya tiene el sambenito de ser la ministra que cuestionó los trasvases. Corregida en público por los dirigentes murcianos de su partido, y suponemos que reconvenida en privado por los estrategas nacionales, seguramente se ha dado cuenta de lo que supuso electoralmente en Murcia y Valencia la derogación del trasvase del Ebro.
Ante esta situación no le queda más que mostrar por los hechos que no va a tocar el trasvase Tajo-Segura. Ya ha comprobado que el SCRATS no escatima en «avisos» y meter presión. No haber aprobado los 20 hm³ hubiera sido una afrenta, con unas consecuencias que el Gobierno no parece querer afrontar. Así, no es de extrañar que se apruebe. Y para mantener las formas, como se manifiesta en la nota de prensa, se escuda en un informe … que no hace público. Es decir, hace lo mismo que su antecesora.
Por tanto, el supuesto antitrasvasismo de la ministra se ha quedado en el parto de los montes, en una mera flatulencia dialéctica, que lo único que ha hecho ha sido armar e intensificar la presión del SCRATS y allanar el camino para que el trasvase Tajo-Segura se siga gestionando penosamente, sobrexplotando el recurso, maltratando al Tajo y a los ribereños de Entrepeñas y Buendía. Como es costumbre. Por tanto, no le merece la pena ni intentar entender el problema. Su esperanza es que llueva y Entrepeñas y Buendía vuelvan al nivel 2 y se mantengan en él. De forma que las decisiones de trasvase sean automáticas; una situación en la que no tenga que pensar ni tomar decisiones, el Nirvana del político mediocre.
Este trasvase de agosto tiene una carga simbólica. Es una victoria del SCRATS. El genio o fuerte temperamento de la ministra se ha esfumado, sólo ha aparecido para exigir a sus subordinados un informe en el que escudarse. Pero no hay que llevarlo al tema personal o de siglas, pues ya sea con el partido A o B, se llame la ministra Isabel o Teresa o se pretenda pintar de verde ecologista el ministerio, el leitmotiv de la política del agua es el mismo: mantener en funcionamiento el trasvase Tajo-Segura, a pesar de su fracaso constatado y de los daños causados. Cuando la aritmética electoral es tan clara, las decisiones lo son más.