“Morán, a los regantes: «Me han puesto aquí para que no os falte agua, sea de donde sea»“ (La Verdad, 25/9/2018)
¿A quién sirve la Administración en los asuntos del agua? La respuesta está en el titular de la reseña de la visita del lobby del trasvase Tajo-Segura al secretario de Estado de Medio Ambiente. Puede sorprender que se diga con tanta claridad, sin preocuparse siquiera por mantener las formas. Pero no es cuestión de escandalizarse por la frase pues refleja lo que se está haciendo, no sólo el equipo actual, sino los anteriores. El auténtico escándalo es la penosa gestión y el defraudante enfoque. Si la misión del secretario de Estado de Medio Ambiente es que no falte agua para el lobby trasvasista, ¿quién se encarga de velar por el medio ambiente? Por la cuenca del Tajo, mejor ni preguntar.
Algunos interrogantes que suscita la frase del titular: ¿quiénes le han puesto? ¿Quiénes marcan los objetivos? ¿Con qué finalidad? Parece claro que no se toma como guía la Ley de Aguas, que traspone la Directiva Marco del Agua. Tampoco la búsqueda del bien común, del interés general. No es hacer bien las cosas lo que prima, sino el cálculo electoral. Evitar a toda costa que el tema del agua reste votos en Murcia y Alicante al partido en el Gobierno. Que no se vuelva a repetir la reacción a la derogación del trasvase del Ebro. Para eso tienen que contentar a las fuerzas vivas del Trasvase «como sea».
Por lo que se está viendo, la transición ecológica ─en lo que se refiere al agua─ consiste en continuar con el espíritu del Memorándum. Hacer «lo que sea» para agasajar al SCRATS. Era difícil caer tan bajo, pero el equipo actual lo está consiguiendo.