La mojiganga del Trasvase en la transición ecológica
Hace unos días era el Secretario de Estado de Medio Ambiente quien realizaba una tourné por los medios hablando, entre otras cosas, del trasvase Tajo-Segura. Poniendo velas a Dios y al Diablo. Cuidando el discurso, con adornos y ambigüedades. Intentando contentar a todo el mundo, pero sembrando el nerviosismo. Ahora, es el presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) quien salta al ruedo para dejar claros los principios trasvasistas. Corrige en cierta manera al jefe de su jefe, marcándole cuál es el camino que se ha de seguir.
Lo hace con una doble entrevista publicada en los dos principales periódicos murcianos («Mario Urrea: “El agua desalada complementa la del Trasvase, no la sustituye”» en La Opinión de Murcia y “Mario Urrea: «Hay que cambiar la ley para que paguemos menos por el agua; estamos penalizados»” en La Verdad). Los titulares reflejan la importancia principal de su misión: garantizar al lobby trasvasista agua baratita. Cueste lo que cueste, pase lo que pase. La situación social-ambiental del Segura, y mucho menos la del Tajo, carecen de importancia para él. ¿Que hay problemas de sobreexplotación de acuíferos, que tendrían que estar solucionados antes de 2027? El presidente reconoce que es un problema, sí, pero quedan nueve años, en los que se puede continuar haciendo el salvaje, e incrementando la sobreexplotación con más pozos de sequía. Pero por ninguna circunstancia hay que limitar las extracciones y molestar al Sindicato. En 2027 ya se apañarán, a quienes toque, para poner excusas.
Muestra el presidente de la CHS un despreciable desprecio al Tajo … y a una mínima decencia. Afirmar que la subida del umbral de 240 a 400 hm³ «ha supuesto una merma de recursos» para los beneficiados por el Trasvase denota un interés por intoxicar y manipular, pues no nos atrevemos a poner en duda su capacidad técnica. La incidencia de esta subida sobre los volúmenes trasvasados es insignificante, como se ha tratado en entradas anteriores (por ejemplo «Los engañados del Memorándum» o «Trasvase Tajo-Segura: el discurso de los 400»).
También se permite afirmar que con 240 hm³ estarían garantizados los usos del Tajo, cuando ni siquiera los 400 hm³ garantizan sus usos consuntivos, en función de los datos e informes «oficiales» (véase la entrada «Los 400 hm³ no garantizan los usos consuntivos del Tajo»). Es bastante lamentable que el presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura se entrometa en cuestiones que son de la competencia del Tajo. Es como el gorrón que se autoinvita día a día a comer a casa del vecino bobo, llevando como cortesía un ramillete de cardos borriqueros, e imponiendo al anfitrión un duro régimen forzado para dejar más comida para él y que pueda llenar abundantemente su plato.
Otro aspecto preocupante es el trato que se le está dando a la desalación. Una buena opción técnica pero que se desvirtúa y cae en lo grotesco. Para unos, de la noche a la mañana, cambian de ser inútiles obras faraónicas a la solución mágica contra las sequías. Para otros se plantea como la maravillosa solución a todos los males, un bálsamo de Fierabrás, que eliminará todos los problemas de trasvases y sobreexplotaciones de acuíferos. Aunque todos parecen coincidir en que el agua desalada ha de estar fuertemente subvencionada. De forma que quede establecido de forma permanente que con nuestros impuestos vamos a estar pagando costes de producción de los regantes del Trasvase para que ellos hagan su negocio. Al final lo que se tiene es una colección de desaladoras infrautilizadas, que paradójicamente hay que ampliar, sin que haya intención de suprimir las presiones sobre el trasvase Tajo-Segura o la sobreexplotación de acuíferos. Incluso con la exigencia de mantenerlos para «poder mezclar» calidades del agua. Una vez más se cumple el axioma de que cuando no se plantea correctamente un problema, no se puede esperar tener una buena solución.
El caso es que entre unos y otros, están representando una comedieta con el trasvase Tajo-Segura. Un entretenimiento formal que distrae la atención del objetivo fundamental: mantener el cortoplacismo para contentar al SCRATS. Si en algún momento se sienten ofendidos, en seguida hay que salir a los medios para tranquilizarlos y decir lo que quieren oír. Una farsa para continuar con la misma gestión que había antes. Se usan arabescos del lenguaje, para aparentar decir lo que no se dice, de forma que los incautos puedan pensar que hay cierto interés en corregir una situación que es insostenible. Se plantean futuros cambios legales ─sin definir─, dentro de una Ley del cambio climático, cuando sólamente aplicando la legislación actual se puede actuar inmediatamente (por ejemplo, para cambiar las reglas de explotación basta con un Real Decreto). Pero con esto del Trasvase hay una costumbre que se mantiene: lo que tenga que ver con exprimir al Tajo es de manera inmediata, mientras que si es para protegerlo se trata de promesas a futuro, faltas de definición y con dudosa aplicación.