El pasado 1 de agosto, la ministra de la Transición Ecológica nombró presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura a Mario Urrea Mallabrera. Sustituye a Miguel Ángel Ródenas, que durante su mandato se distinguió por defender más las lechugas ─de las que estaba fervientemente enamorado─ que el agua.
Mario Urrea recibió un mandato expreso de la ministra. Dicho en las palabras ministeriales que aparecieron junto a su nombramiento: debería proceder a «la instauración de una nueva política del agua que ofrezca soluciones a los desafíos ambientales de España en el futuro, con la seguridad y sostenibilidad como bases fundamentales». Dejando aparte la pedantería de la prosa ministerial, cabe preguntarse, ¿estará Mario Urrea capacitado para «instaurar» una nueva política del agua ni más ni menos que en la cuenca del Segura, cuenca adelantada de los «vicios» consuetudinarios de la «celtibérica» política del agua en nuestro país? ¿Estará dispuesto Mario Urrea a meter en cintura a «la tropa» de lobbies trasvasistas, plutócratas de campo y playa, especuladores a gogó, capturadores de rentas y subvenciones, proexportadores, y re-gánsters con los que tiene que lidiar? ¿O no tendrá arrestos bastantes y seguirá el ejemplo de su ministra y dirá aquello de «donde dije digo, digo…que el trasvase es la manifestación del maná de Dios sobre su pueblo elegido ─que es el murciano? Ameritemos, pues, las capacidades y el desempeño de don Mario.
Ante todo, Mario Urrea es un gentleman en el mejor sentido del término. Aparte de su prestancia física, cosa que no le pasa desapercibida a una, es un buen profesional, moderado, ponderado, ecuánime, que sabe escuchar, aunque en bastantes ocasiones tenga que comulgar con ruedas de molino. Posee la superior cualidad para el mando: la prudencia. Apostamos que honrará el cargo que desempeña (no que el cargo le honre a él) y sabrá manejar con soltura la aguja de marear.
Es ingeniero de caminos, canales y puertos; es decir, ser dotado desde su más tierna infancia para tratar con las pompas y las obras del agua. Se conoce bien la Plaza de Fontes; quiero decir, naturalmente, no al edificio en sí. No. Como el perspicaz lector habrá supuesto, me refiero a la Confederación Hidrográfica, sus órganos, sus cometidos, sus tareas y sus miembros. No en balde ha dedicado varios años de su ejercicio profesional a la planificación hidrológica, aunque dicho tipo de planificación no sea más que una entelequia, lazo con la que los pillos retuercen los asuntos del agua para cazar a los ingenuos, pretendiendo que el Estado enriquezca a los señores del agua. También ha dirigido la «artillería» de las redes de control de ríos y acuíferos, aunque dichas redes no hayan podido ofrecer un buen seguimiento del grave problema de la contaminación del acuífero del Campo de Cartagena, contaminación que se está cargando el ecosistema del Mar Menor.
Pero todas estas actividades pueden considerarse ocupaciones menores frente a sus obras. Ha tenido la gallardía profesional de ocuparse de una materia a la que sus compañeros desdeñaban por considerarla de menor gálibo intelectual: las aguas subterráneas. Don Mario cogió el toro por los cuernos y se puso a «salvar» a su cuenca mediante la perforación y explotación de los acuíferos que se le ponían por delante: Hellín, Liétor, el famoso Sinclinal de Calasparra, etc. Se trataba de sacar aguas del subsuelo en la cabecera de la cuenca y aprovecharla para aumentar ayuso los riegos y todo lo que hubiese que aumentar. Si luego resulta que se secan las Fuentes y protesta la Plataforma para su salvación; si resulta que se quedan sin agua manantiales con la que pequeños propietarios regaban «ecológicamente» sus pequeñas parcelas en beneficio de los especuladores del tinglado; si resulta que los acuíferos están sobreexplotados crecientemente; si, en fin, se degrada el Mar Menor, ¿que son estos pequeños efectos secundarios frente a la belleza de los proyectos, la magnificencia de las obras, el «evangelio» del Plan Especial de Sequías y la «biblia» del universal Pacto Regional del Agua?
Otra faceta de don Mario es la enseñanza de los temas del agua en centros universitarios de la región. Maneja perfectamente los conceptos de flujo laminar y turbulento en las conducciones, los esfuerzos y las deformaciones en las presas de embalse, la divergencia del gradiente de la energía por unidad de peso y el tensor de permeabilidades en los medios porosos, así como los diversos modelos acerca de los recursos hídricos y de la gestión del agua en las cuencas hidrográficas (con o sin trasvases); modelos que permiten apresar el agua y su medio ambiente dentro de un portátil sin salir de la oficina.
Como también dispone de una fina y elegante pluma, nos atrevemos a solicitarle que, por una parte, nos imparta una lección acerca de si los conceptos ministeriales «básicos» de seguridad y sostenibilidad son complementarios o antitéticos. Por otra parte, también le rogamos que nos ilustre acerca de cómo piensa que sea posible que a base de sobreexplotar los acuíferos, se pueda llegar a situaciones sostenibles cumpliendo el principio de conservación de la materia y la Directiva Marco del Agua europea. Estamos seguros que nos podrá impartir doctrina sobre estos asuntos gracias a su buen conocimiento y participación destacada en los altos foros europeos sobre el agua.
Por último, después de desearle un seguro y buen desempeño de su labor como Presidente de la Confederación el Segura, le plantearíamos ─a modo de donaire y con disculpas anticipadas de una letrada con casi nula formación hidrológica─ una última cuestión que no nos deja conciliar el sueño: ¿Cómo demonios le va a poner el cascabel a los tigres de su cuenca? ¿Los va a amansar a base de arrojarles trozos de carne, inversiones, subvenciones, ayudas, hectómetros cúbicos, fomentos y paños calientes? Le rogamos que no deje estas desasosegantes preguntas nuestras sin respuesta.
Post scriptum. Por si a algún lector le hubiere venido a la cabeza, le confirmamos que sí: durante la escritura de esta entrada hemos tenido permanentemente en la cabeza la película «Un gánster para un milagro», dirigida por Frank Capra en 1961, que contó con los magníficos actores Glenn Ford (el Dandy), Bette Davis y Peter Falk. También reconocemos que el término re-gánster es original de Luis Torrent, ingeniero fallecido hace ya muchos años, que escribió en la revista humorística «La Codorniz».