Querido lector, ¿no te tiene intrigado el estado del Libro Verde de la Gobernanza del Agua que viene pregonando nuestro misterio de la Trasacción Ecológica desde hace meses pero que no acaba de alumbrar? Máxime si piensas que tal libro verde viene ─ni más ni menos─ a sustituir al pomposo Plan Hidrológico Nacional, o al cacareado Pacto Nacional del Agua, con los que nos abrumaban anteriormente los otros ministeriales.
Seguramente tu esperas un documento serio, sesudo, ordenado, con epígrafe, resumen ejecutivo, capítulos y subcapítulos, recuadros, conclusiones y epílogo. Y abundantes «santos». Nada parecido al desorden del conjunto de tomos misceláneos del último Plan Hidrológico Nacional de 2005, el del etéreo trasvase del Ebro de infeliz memoria. ¡Pues no, señor o señora! ¡Nada de eso! El Libro Verde de la Gobernanza del Agua de ahora es otra cosa.
Queda muy claro su propósito en uno de sus primeros párrafos: «Hacer operativa la coordinación vertical y horizontal de las políticas públicas en torno al agua para poder dar respuestas rápidas y coordinadas». Esto es claridad de ideas, serenidad de espíritu y buen ánimo (que diría el viejo profesor). Pero entremos en algunos de sus contenidos provisionales.
«Las propuestas se articulan en torno a dos ejes:
- Reorganizar y fortalecer los organismos de cuenca
- Dotar a los organismos de cuenca de autonomía e independencia.»
Pienso, querido lector, que llegados a este punto, quizá deberíamos quedarnos aquí, pues ya está todo dicho, ¿no? Pero sigamos un poco más y podemos preguntar: ¿Cómo se desarrollaría la autonomía e independencia de los organismos de cuenca? En seguido encontramos la respuesta:
- «Creación de una única administración de infraestructuras hidráulicas de interés general del Estado»
Como puedes ver, querido lector, la cosa no puede estar más clara y coherente. Por no fatigarte, resumo algunos de los contenidos que me han llamado la atención y sirven de muestra de los contenidos del Libro Verde (eso sí, de manera provisional): «Falta de inspectores del dominio público»; «Problemas de depuración y nitratos»; «Convertir los precios del agua en incentivos económicos para fomentar el ahorro, la eficiencia y la reducción de la escasez de agua»; «Financiación de la Confederaciones Hidrográficas con los nuevos sistemas de ingresos»; «las aguas minero-medicinales deben formar parte del ciclo del agua»; «Papel de las TIC en la gestión del agua»; «Regulador único estatal para el ciclo urbano del agua»; «Fortalecer las capacidades municipales»; «Perímetros de protección de aguas subterráneas»;…
Como podrás ver, estos y otros muchos temas forman un conjunto inconexo de cosas que arman un todo caótico. ¿Saldrá de este conjunto de cosas una nueva política del agua de gran estilo, que es lo que echamos de menos?
La confección del Libro Verde de la Gobernanza del Agua ha puesto el énfasis en promover un gran movimiento de participación pública, con consultas en diversos ámbitos: profesionales, sectoriales, territoriales, … Se arman talleres, se distribuyen los participantes en grupos, se juntan sus ideas, se meten en «ejes», et voilà, sale un libro de colores.
Pero, ¡qué tiene todo esto que ver con formular una nueva política del agua con seriedad!
