Trasvase, sillas y mesas
En las últimas semanas, las noticias del trasvase Tajo-Segura giran en torno a sillas y mesas. O mejor dicho, sobre quién se sienta en determinadas sillas y cuántas mesas del agua se convocan y quiénes aparecen en la foto. El agua ha pasado a un segundo término.
La espoleta ha sido la invitación a los municipios ribereños de Entrepeñas y Buendía a asistir a la Comisión Central de Explotación del Acueducto Tajo-Segura. Un logro histórico, que les da visibilidad, aunque no se traduzca en acciones. Porque tras la reforma del Memorándum esta Comisión es prescindible. Si se está en nivel 1 ó 2 de las reglas de explotación, el trasvase es automático. Si estuviera en nivel 4, no hay trasvase. Y en nivel 3 la decisión corresponde a la ministra, a lo que es esquiva.
Pues en su política de no significarse, la actual ministra no quiere responsabilizarse de ninguna decisión. Por eso mandó meses atrás que se parieran unas sub-reglas de explotación para tomar la decisión en nivel 3. Así no tiene que pensar y descarga en subordinados la toma de decisión. Un disfraz supuestamente técnico que esconde el desinterés de los gobernantes por entender el problema. Un embozo tejido por el CEDEX (en el Centro de Estudios Hidrográficos). Entonces, ¿qué se cuentan en esas reuniones?
Lo desconocemos. Tal vez hablen de fútbol. O sirvan para que se pongan al día de cómo les va la vida a cada cual. ¿Chistes, chascarrillos? Quizás haya una exposición monótona de los sesudos informes hidrológicos que se presentan mes a mes en los mismos parámetros. A lo mejor los dan directamente por leídos y se limitan a firmar el acta. Ahora, se pondrá una silla más en la que se sentará el representante de los ribereños. Puede que le dejen hablar y tenga unos minutos de gloria ─a puerta cerrada─ en los que, por lo que dicen en la prensa, cantarán las cuarenta y pondrán el grito en el cielo. Seguramente el resto de asistentes, como gente educada que se supone que son, mantendrán la compostura y se limitarán a una breve respuesta o simplemente el silencio. Y ya. Fin de la reunión y hasta el mes que viene.
Sin embargo, el que un representante de los ribereños sea invitado tiene un gran simbolismo. No porque pueda cambiar el devenir de una comisión hueca de contenido. Ni tiene voto ni parece que se vaya a modificar su composición oficial definida en el RD 1982/1978 (como se hizo con el RD 2529/1980). Es un hito relevante porque es un reconocimiento de la afección que el Trasvase supone al desarrollo de los pueblos de la cabecera del Tajo. Y ha escocido a los scratsinos.
Así, con la teatralidad que acostumbran, a los prebostes y fuerzas vivas del Sureste les ha faltado tiempo para rasgarse las vestiduras y escenificar su oposición montando reuniones bilaterales y convocando mesas del agua aquí y allá. Y parece que han contagiado a Castilla-La Mancha, que también está por la labor de montar otra mesa. Si se ha copiado la subyugación de la gestión del agua por los intereses caciquiles de los terratenientes, ¿por qué no hacer lo mismo con la imaginería? Ideas buenas, ninguna; pero tontás, que no falten.
En éstas, asoma un rayo de esperanza. Al parecer, en el ministerio se están planteando, ¡por fin!, el cambio de las reglas de explotación (según se indica en “Luengo elogia a Ribera, y después la critica por «ocultar algo» del Trasvase“; La Verdad, 6/9/2019). No sabemos en qué consiste este cambio. Estaremos atentos.