Bienvenida Mrs. Von Leyden
Banda sonora: «Americanos, os recibimos con alegría»
En mis tiempos de mocedad, Lolita Sevilla cantaba esa canción en un jaranero número de la película de Luis García Berlanga «Bienvenido Mr. Marshall»; una deliciosa película que narra la peripecia de un pueblo al que llega un «listo», uno de tantos que han llenado y llenan la historia y la geografía española, y trata de convencer a un humilde alcalde de pueblo (Villar del Río, se llama la localidad) para que se haga un gran recibimiento a los americanos del Plan Marshall, que van a pasar por el pueblo y van a dejar un río de millones para colmar las sencillas ilusiones de gente que necesita de todo.
Esta semana la prensa publicaba «Bruselas lanza un plan de recuperación con subsidios y préstamos que trata de conciliar a los países del Norte y del Sur» (El País, 27/5/2020). y el Presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli añadía unas palabras esperanzadoras: «Hoy es el Día D de la Europa del siglo XXI. La Unión ha reconocido que la solidaridad y un enfoque común son la única receta para el renacimiento de nuestra economía y para proteger a nuestros ciudadanos y trabajadores, con la mirada puesta en el futuro y en el legado que dejaremos a las próximas generaciones». Pues bien, ¡ya están aquí «los americanos»!, y les saludamos con alegría nosotros también. Bromas aparte, el agujero económico provocado por la pandemia va a ser muy costoso y duro de rellenar.
Pues bien, por los mentideros, del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, donde los voceros ahora se reunirán por videoconferencia, ya hace un par de semanas que se comentaba que las ayudas europeas para la reconstrucción, como consecuencia de la pandemia van a traer un importante monto presupuestario a ese Ministerio.
Y más de uno del MITERD (querido lector, no sé si prefiero el acrónimo o el nombre del ya citado ministerio) está «vendiendo la piel del oso antes de cazarlo» y busca proyectos y anteproyectos por cualquier rincón del edificio sin número de la Plaza de San Juan de la Cruz; pero como para llevar a cabo cualquier infraestructura hidráulica hacen falta, cuando menos, cuatro o cinco años esos plazos resultan ser demasiado amplios para unas ayudas financieras con vistas a uno o dos años. Alguien, henchido de eficacia, se ha dado cuenta que lo mejor, la actividad que más rápido puede llevarse a cabo y que, indudablemente, tiene una repercusión importante en nuestros ríos es la restauración hidrológica, y sobre esa actividad van a converger todos los esfuerzos de la Dirección general del Agua en estos años.
Y da la sensación de que se repite la historia, y volvemos a caer en lo que cayó el malaventurado «Plan E» del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, «cuantos más proyectos de inversión en obra pública ejecutemos, más se combatirá el desempleo» a la usanza del «new deal» de los años 30. Y así resultó que ese Plan E sólo sirvió para llenar de aceras y pavimentos las cunetas de los más de 8000 municipios españoles
Si la facilidad y prontitud de ejecución va a ser uno de los criterios para las inversiones que se vayan a emprender desde la Administración hidráulica del Estado, habrá caído el sector del Agua en un posibilismo, que perpetuará las carencias de aquellas actuaciones que ya deberían estar ejecutadas y por las que la Comisión Europea ha abierto procedimientos sancionadores al Reino de España. Y continuaremos con la cortedad de miras (por falta de presupuesto, por falta de talento, por falta de ganas, etc. que nos llevan acompañando los últimos años). Y mientras los trabajadores y usuarios del agua se quedarán como el alcalde y los habitantes de Villar del Río, desilusionados, desinflados y tristes, tras ver pasar de forma rauda y sin detenerse la caravana de los americanos por la localidad. Lo que no nos queda claro a los miembros del colectivo Acuademia, es ¿Quién ha sido «el listo» que en esta ocasión ha liado al alcalde?