La izquierda brahmánica

Una señora amiga, antigua alumna de hace ya mucho tiempo, que a veces se esconde bajo la rúbrica de La Donça de Clès, me ha incitado a tratar sobre el tema de la «izquierda brahmánica». Pero resulta que me encuentro yo a gusto, en mi residencia de Albacete, entregado al dolce far niente de lecturas, paseos, conversaciones, mus y Google de conferencias y conciertos, por lo que he demorado la respuesta.

La cuestión que me plantea La Donça sobre el brahmanismo, escasamente tiene que ver con la casta superior de India en cultura, economía e influencia política; entiendo se refiere al término con el que se suele designar en la actualidad política a la «izquierda elitista». Metido ya de lleno en la respuesta, en lugar de basarnos en los críticos que, en cuanto aparece un libro con ideas que no se corresponden con su pensamiento único económico salen a croar en coro de la charca neoliberal, vayamos al original, con objeto de que cada cual piense por su cuenta. Y el original es

Thomas Piketty (2019): «Capital e ideología». Ediciones Deusto.



​La izquierda electoral y las clases populares: anatomía de un divorcio (Pág. 898 y ss.)

¿Cómo explicar que las formaciones políticas de la izquierda electoral, que en las décadas de 1950 y 1960 eran los partidos de los trabajadores y de los asalariados más desfavorecidos, se hayan convertido en las décadas de 1990 y 2000 en los partidos de los titulados? (…)

En síntesis, se puede decir que existen dos tipos principales de explicación: una hipótesis social y una hipótesis nativista, que no son excluyentes entre sí. La hipótesis social (…) consiste en que las clases populares se han sentido gradualmente abandonadas por los partidos de izquierda, que se han orientado a otras categorías sociales (y en particular hacia los más formados). La hipótesis nativista es que, por el contrario, son los partidos de izquierda los que se han visto abandonados por las clases populares, atraídas por el canto de sirena del voto racista y antiinmigrante. (…) Numerosos estudios han opuesto de relieve, desde los años 80 y 90, tanto en Europa como en Estados Unidos, el aumento de las nuevas divisiones en torno a cuestiones migratorias y al multiculturalismo, lo cual habría contribuido a alejar a las clases electorales de la izquierda electoral. (…)

La hipótesis nativista es problemática y no parece en condiciones de plasmar con precisión los cambios observados. La clave es que la inversión de la brecha educativa es un fenómeno de largo plazo que comenzó en las décadas de 1960 y 1970, tanto en Estados Unidos como en Francia y el Reino Unido, mucho antes de que la brecha migratoria se hiciera sentir realmente en Europa. (…) La inversión en la brecha educativa se ha producido también en contextos donde el fenómeno migratorio apenas ha tenido cabida. Todo esto aboga por la hipótesis social y por el sentimiento de abandono de las clases populares por parte de los partidos de centroizquierda.

La «izquierda brahmánica» y la justicia social y educativa (Págs. 900 y ss.)

Intentemos comprender mejor la hipótesis social y su significado en el contexto francés. Para ello tomemos la evolución observada en las elecciones legislativas desde 1956 hasta las presidenciales de 2012 (véase gráfico 14.9) [no se incluyen los gráficos en el presente resumen]: en 1956 el 72 por ciento de los votantes no tenía ninguna titulación, mientras que, en 2012, sólo el 18 por ciento de los votantes se encontraba en dicha situación. Dicho de otro modo, la gran mayoría de los hijos y nietos de los votantes sin casi estudios de 1956 pudieron acceder a niveles de formación más altos (…) Lo más llamativo es que entre estos hijos y nietos, los que alcanzaron el nivel de educación superior fueron los que siguieron votando por los partidos de izquierdas. En cambio, los que interrumpieron su formación tras haber completado la educación secundaria, son mucho menos entusiastas a la hora de votar por esos mismos partidos. Por último, los que se quedaron en el camino, en la escuela primaria o sin formación alguna, los abandonaron masivamente. (…)

En otras palabras, la izquierda electoral ha pasado de ser el partido de los trabajadores al partido de los titulados (lo que vengo en llamar «izquierda brahmánica») (…) Es comprensible que quienes han tenido éxito en su ascenso educativo, especialmente dentro del sistema público, se muestren de alguna manera agradecidos a los partidos de izquierdas, que siempre han hecho hincapié en la emancipación y el avance social a través de la educación. [El subrayado no está en el original].

La «izquierda brahmánica»: las nuevas divisiones euroamericanas (Pág. 961 y ss.)

En Francia, la estructura «clasista» del periodo 1950-80 ha ido dando paso gradualmente en los años 1990-2020 a un sistema de élites múltiples, en el que el partido del electorado con más estudios (la «izquierda brahmánica») y el del electorado con mayor renta y riqueza (la «derecha de mercado») se alternan en el poder. (…)

Los Estados Unidos y Reino Unido han seguido una evolución similar a la de Francia desde 1945. En el caso de los Estados Unidos disponemos de encuestas poselectorales a partir de las elecciones de 1948. El primer resultado del análisis es la inversión completa de la brecha educativa. En las elecciones presidenciales de 1948, la situación era perfectamente clara: a mayor nivel de estudios, mayor probabilidad de votar republicano. En concreto el 62 por ciento de nivel educativo bajo votaron por el candidato demócrata Truman. Entre los que habían terminado la escuela secundaria, el resultado fue de apenas el 50 por ciento. En cuanto a los graduados universitarios (6 por ciento del electorado) poco más del 30 por ciento de ellos votaron por los demócratas (…).

La misma situación caracterizó la década de 1960: el voto demócrata disminuye cuando el nivel de estudios aumenta. La brecha educativa comenzó a reducirse en las décadas de 1970 y 1980. No fue hasta las décadas de 1990 y 2000 que el voto demócrata comenzó a crecer gradualmente con el nivel de estudios, en particular entre los graduados universitarios. En las elecciones presidenciales de 2016, más del 75 por ciento de los titulares de un doctorado (2 por ciento del electorado) votaron por la candidata demócrata Hillary Clinton, y menos del 25 por ciento lo hicieron por el candidato republicano Donald Trump. (…) 

La evolución es aún más espectacular si se compara la diferencia de voto entre el 10 por ciento más cualificado de los electores y el 90 por ciento menos cualificado (véase el gráfico 15.4 ─no incluido en estas líneas). Esto se debe al hecho de que la brecha se ha invertido completamente entre los titulados de la educación superior. En las décadas de 1950 y 1960, cuanto mayor era el nivel de estudios, más pronunciado era el voto republicano. En las décadas de 2000 y 2010, ocurre justo lo contrario: los titulares del bachelor degree (primer título universitario, equivalente a tres o cuatro años de estudio) votan demócrata en mayor proporción que los graduados de educación secundaria, pero lo hacen con menos entusiasmo que los que han obtenido un master degree o un diploma avanzado de una medical school o de una law school, que a su vez lo hacen menos que los titulares de un PhD (doctorado). Se constata la misma evolución del voto demócrata entre el 50 por ciento con más estudios y el 50 por ciento con menos estudios.(…)

En otras palabras, el sistema de partidos en Estados Unidos en el periodo 1990-2020 se asemeja claramente a un sistema con élites múltiples, con una élite de alto nivel educativo más cercana a los demócratas (la «izquierda brahmánica») y una élite de patrimonios elevados y rentas altas más cercana a los republicanos (la «derecha de mercado»). Este régimen podría estar basculando hacia un sistema clasista en el que las élites, en sus diferentes dimensiones, podrían confluir en el Partido Demócrata, si bien se trata todavía de un proceso abierto que puede cambiar la dirección por diferentes razones. [Texto escrito antes de las últimas elecciones en los EEUU].