Como adelantamos en la Primera parte del trabajo con este mismo título, pasaremos a glosar las Conclusiones del muy interesante libro «Los Ingenieros del caos» de Giuliano da Empoli (2020), páginas 163 a 174.
El autor finaliza su libro con una cita de John Maynard Keynes procedente de la conferencia Am I A Liberal? pronunciada en The Nation & Aethenaeum el 15 de agosto de 1925:
«Casi toda la sabiduría de nuestros hombres de Estado está basada en suposiciones que fueron ciertas en su época, o en parte ciertas, y que cada día que pasa lo son un poco menos. Debemos inventar una nueva sabiduría para una nueva era. Y, al mismo tiempo, si queremos reconstruir algo consistente, apareceremos como heréticos, inapropiados, peligrosos y desobedientes a ojos de todos los que nos han precedido».
Para llegar a esa conclusión, el autor comienza deteniéndose en lo que llama «la era del narcisismo de masas», con una sociedad con afición compulsiva al selfi, en la que se suscita la indignación de los consumidores si sus demandas no son satisfechas a golpe de clic.
La instauración de una democracia directa por medios electrónicos, que tomaría el relevo del viejo sistema parlamentario, es la razón de ser del Movimiento 5 Estrellas (…) A su vez, los chalecos amarillos franceses han hecho del referéndum de iniciativa ciudadana en todos los ámbitos el núcleo de su propuesta política (…). Si la voluntad de participar procede casi siempre de la indignación, la experiencia de participar en el Movimiento 5 Estrellas, la revolución trumpiana o el movimiento de los chalecos amarillos es, para los participantes, una experiencia gratificante y a menudo festiva (…).
Al constatar el fracaso general del movimiento por la independencia de Cataluña, Astrid Barrio destacaba la satisfacción emocional que los activistas a favor de la independencia han logrado pese a todo, Ya que «muchas de sus acciones, que tienen una indudable naturaleza lúdica y festiva, contribuyeron a crear lazos de amistad y solidaridad que convierten el activismo no en una actividad de riesgo, a excepción del 1 de octubre, sino una actividad placentera» (…).
La clave del éxito de Trump ─escribe Mark Taibbi─ es la idea de que las vieja ideas del decoro son para los perdedores sin agallas, el coraje y la «trumpitud» para ser simplemente ellos mismos. Es un mensaje liberador, poderoso, perfectamente en línea con el narcisismo de masas (…).
Más allá de la dimensión física, es en el campo virtual que (sic) la adhesión a los movimientos nacionalpopulistas encuentra su realización más completa. Allí, los algoritmos desarrollados por los ingenieros del caos dan a todos la impresión de formar parte del núcleo de un levantamiento histórico y de haberse convertido en actores de una historia que creían estar condenados a sufrir de una manera pasiva.
«Recuperar el control», el eslogan del Brexit, que es también el argumento principal de todos los movimientos nacionalpopulistas, se basa en un instinto humano primitivo (…). En cuanto al programa, la respuesta de los nacionalpopulistas dan a la pérdida de control es la tradicional: el aislamiento. Cerrar las fronteras, abolir los tratados de libre comercio, proteger a los que permanecen en el interior con un muro ─metafórico o real─ que marque distancias con el mundo exterior.
Las fuerzas moderadas, progresistas y liberales seguirán menguando mientras sean incapaces de promover una visión motivadora del futuro, capaz de proporcionar una respuesta convincente a lo que Dominique Reynié ha llamado «la crisis patrimonial»: el temor cada vez más generalizado a perder a la vez el patrimonio material ─el nivel de vida─, y el patrimonio inmaterial ─el estilo de vida.
En la actualidad, la irrupción de Internet y las redes sociales en la política transforma una vez más las reglas del juego y, paradójicamente, a medida que depende de cálculos cada vez más sofisticados, corre el riesgo de producir efectos cada vez más impredecibles e irracionales. Interpretar esta transformación requiere un auténtico cambio de paradigma.