¿Viven los centros públicos de investigación y las Universidades de espaldas a la Sociedad? ¿Se han convertido en un mero refugio de sabios? Son críticas que, con diversas intenciones, se vierten sobre estos templos del conocimiento. Ya sean realizadas desde el resentimiento o por simple envidia. Algo que, al menos en lo referente al mundo del agua, carece de fundamento. Como estamos viendo en los últimos años, son cada vez más los ilustrados que se exponen a la luz pública para defender y apoyar unos determinados intereses llenos de fervor y de entusiasmo. Son conscientes de que el mundo está cambiando. Que ya no se valora tanto el rigor de las demostraciones aburridas como la inmediatez del mensaje. Publicaciones concienzudas poco tienen que hacer ante tweets efectivos. Apoyan a los grupos de interés que, en contrapartida, les compensan económicamente. ¿Acaso no viste mas un mensaje si se envuelve con un experto? O cuando se dice que tal interés particular está avalado por el estudio de una Universidad, ¿quién lo pone en duda? Es un ecosistema simbiótico de ganancia mutua, que merece la pena ser potenciado.