De la transición ecológica al aumento de la oferta de agua
A la espera de que se publique en el BOE el Real Decreto de aprobación de los planes del tercer ciclo para saber qué es lo que se ha aprobado y en qué queda la befa de los caudales ecológicos del Tajo, señalemos otro aspecto preocupante de la deriva que se está produciendo en la gestión del agua. El concepto de gestión de la demanda ha quedado escondido para seguir manteniendo el discurso de aumento de la oferta. Ahora con la desalación a precios bajos, con promesas de inversiones y subvenciones a cuenta del erario público para quedar bien con el lobby del agua del Sureste. Incrementar, o al menos mantener, la oferta de agua es el gran objetivo real ahora mismo de la política del agua en España. Como ejemplo está la comparecencia en rueda de prensa de la Vicepresidenta tercera para informar de la aprobación de los planes hidrológicos del tercer ciclo, en la que pesaron más las medidas adicionales de ampliar la desalación y las subvenciones generosísimas que va a recibir.
Cierto es que formalmente se intenta vestir con el discurso de la transición ecológica, pero en el fondo genera serias dudas que este camino a una gestión más ecológica se esté produciendo. Los caudales ecológicos del Tajo tendrían que haber estado implantados desde el primer ciclo. No se implantaron para «no matar el Trasvase Tajo-Segura» y se mantiene la misma línea. Se ha estado sobre-trasvasando estos años, sobre-explotando estos años la cabecera del Tajo, dando lugar a una oferta actual de agua del Trasvase superior a la que debía ser. Sólo por haber ignorado los caudales ecológicos, sin entrar en el detalle del resto de animaladas que se le hacen al Tajo para aumentar el agua que se trasvasa. Seguir manteniendo esta sobreexplotación sin revisar las fuertes afecciones que el Trasvase Tajo-Segura tiene sobre el Tajo no es transición ecológica. Es seguir haciendo el cafre.
En lugar de revertir esta situación de sobreexplotación y perseguir una gestión sostenible del recurso acorde a su disponibilidad y buena conservación, se va en la línea de salvaguardar el bienestar de los sobreexplotadores. El objetivo es mantener este consumo de agua que se viene realizando por encima de lo sostenible. Para eso se asume que los caudales ecológicos del Tajo puedan seguir sin implantarse unos años más. ¿Cuántos? Dice la Vicepresidenta tercera que la fecha de 2027 es inamovible, si bien no hay ninguna garantía de ello. La realidad es que no se van a implantar con la entrada del nuevo plan y que a la vez se va a revisar la metodología del cálculo de caudales ecológicos. Como es costumbre, el pisoteo al Tajo es seguro e inminente; su salvaguarda se deja para un futuro difuso que nunca llega..
Lo importante es trabajar para el beneficio de los lobbistas. Mantener el volumen de agua que se trasvase de los últimos años, hinchado gracias a la sobrexplotación del Tajo auspiciada desde la propia Administración. Con la promesa de irla sustituyendo por agua desalada, como hiciera Narbona en 2004 y seguimos en las mismas. Un agua desalada que se va a suministrar muy por debajo del coste.
Por lo que se ve, de la pretendida transición ecológica del agua se ha pasado a recuperar el intervencionismo estatal para el fomento del regadío. Una involución con tal de mantener el status quo de unos afortunados que puedan hacer negocio gracias a importantes inversiones y subvenciones pagadas con nuestros impuestos. A fondo perdido, olvidándose del principio de recuperación de costes.
Con la paradoja añadida de un aumento muy significativo del gasto energético impulsado por el mismo ministerio que impone medidas drásticas de ahorro energético por la coyuntura mundial. Para venderlo se prometen inversiones en generación de energía renovable para autoconsumo de las desaladoras, Lo que en sí mismo puede ser una buena acción. Pero ¿por qué asociar una cosa con la otra? ¿Sólo para decir que la energía de la desalación es sin coste y sin emisiones? En este sentido, si esas nuevas plantas de producción de energía renovable son viables se tendrían que construir con independencia de las desaladoras, como medida estratégica en la generación de energía. Si se construyen a la vez que las desaladoras, bienvenidas sean. Pero el planteamiento que se hace es de una medida para abaratar el precio del agua desalada pagadas con dinero público. Otra subvención encubierta para el lobby del Trasvase.
Esta obsesión por mantener la oferta de agua no queda sólo en el esperpento trasvasista. En los planes recién aprobados abundan las reducciones de caudales ecológicos para compatibilizarlos con los regadíos. A su vez se está impulsando la revisión de los planes especiales de sequía, instrumentos que se han convertido en una vía para aumentar la sobreexplotación del recurso para mantener la oferta. Todo va en la misma línea. No se busca una adecuada gestión de la demanda, una gestión sostenible del recurso. No se intenta adaptar lo que se pueda sacar del mismo a las posibilidades reales que sean compatibles con el buen estado de las masas de agua. Se prioriza mantener la oferta, al coste que sea. Lo de la transición ecológica del agua ha quedado en discursitos, palabrería y ñoñería. Los actos van en la dirección contraria.