Mi antiguo maestro, Gregorio Villegas, suele hacer algunos viajes desde su retiro de jubilado en Albacete a la Corte. Viene principalmente por ver alguna ópera en el Teatro Real o algún concierto destacado en el Auditorio Nacional. Me suele llamar para comer juntos y charlar sobre temas de interés común. Resumo la última conversación que mantuvimos.
Después de intercambiar noticias personales, le planteo a Gregorio como tema de conversación un asunto al que le estoy dando vueltas los últimos días.