«En una palabra, el afianzamiento y desarrollo de la economía española, dentro de las directrices actuales, sólo puede lograrse cuando, empleando una imagen gráfica, Murcia se transforme en la Huerta de Europa». Ésta era la conclusión del estudio de 1959 «El regadío murciano, problema nacional» (tratado en la entrada «1959. El regadío murciano, problema nacional»), que tuvo gran acogida por el establishment del momento. Este planteamiento ya era cuestionable en 1959, momento en el que se estaba produciendo un vertiginoso descenso del peso del PIB agrícola sobre el total, del 42% en 1950 al 24% en 1960. En los años siguientes, el peso de la agricultura siguió bajando, pero se decidió llevar el axioma y construir el trasvase Tajo-Segura; cuando empieza a operar, en 1980, la aportación del PIB agrícola era del 7%. Ahora está en el 2,5%. El tiempo ha mostrado que la economía española se ha desarrollado y afianzado por otros factores, no por el regadío murciano. Sin embargo, la idea sigue impregnando la política del agua, siendo el centro de su actuación.