Quien se esconde bajo el nombre de Quijotero ha hecho un buen relato en la entrada «Pequeña historia del trasvase Tajo-Tablas de Daimiel». No resulta difícil adivinar que el autor debió de asistir de «cuerpo presente» a muchas de las situaciones que relata, aunque le reconozcamos el buen gusto de intentar despersonalizarlas haciendo honor a su seudónimo.
Sin embargo, Quijotero prescinde de algunos relatos laterales que podrían enriquecer su pequeña historia. Me permito a continuación dar a la luz a una anécdota de tipo político que me fue contado por Ricardo Ibáñez durante una tarde que tomábamos café y charlábamos en el casino «La Harmonía» de Daimiel, lugar que Ricardo solía frecuentar. Antes diré dos palabras sobre Ricardo Ibáñez Gerez (así, con G): agricultor ilustrado de Daimiel, de figura realmente quijotesca, alto y enjuto, con pluma hiriente y socarrona pero justa. Ricardo, fallecido hace ya bastantes años, fue la persona que en los años 70 y 80 del pasado siglo logró poner Las Tablas y sus problemas «en el mapa». Sus artículos en el diario provincial «Lanza» de Ciudad Real, que molestaron mucho a la administración pública del agua y al ICONA, lograron atraer la atención de las autoridades sobre los problemas del humedal en trance de desaparición. Si hoy se conservan Las Tablas (aun necesitado de cuidados), a él se debe sin duda alguna(*). Por ello merecería tener dedicada una placa de recuerdo en la sede del Patronato del Parque Nacional con entera justicia.
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