Acudo a la cita concertada con Gregorio Villegas en el local que tiene Acuademia en Albacete, en un edifico céntrico de oficinas y otros locales universitarios. Después de los saludos de rigor, pongo en marcha la grabadora.
─ Estoy interesada en que me cuentes experiencias de casos de meter líquidos contaminantes en el terreno. En especial me interesan los casos de Daimiel y Tomelloso ─le digo para centrar el tema y que no divague, cosa que le gusta por demás por mor de la edad.